Impactante Madrid
Ahora entiendo a ciencia cierta, y nunca mejor dicho, el que actualmente las enfermedades más comunes hayan pasado de ser la típica gripe / anginas, al típico stress / ansiedad. Vivimos en un mundo en el que cada vez todo se mueve más y más rápido. Y si ésto pasa por desgracia en cualquier punto de la geografía donde se pasen los 100.000 habitantes juntos unos con otros. Si hablamos de que pasa el millón de habitantes, puede llegar el momento que no se tenga tiempo ni para respirar de la velocidad en la que se puede vivir.
Yo personalmente me considero de pueblo, lo cual no significa que viva en uno. Actualmente la ciudad de Reus ronda los 110.000 habitantes, lo cual cada día hace que poco a poco crezca ése movimiento estresantes antes mencionado, pero aún se puede vivir.
Me vengo a referir en lo de que me considero de pueblo a que personalmente siempre intento rehuir de cualquier situación de estrés. Viviendo en un pueblecito cercano a Reus, con mi trocito de jardincito y una casita de una planta, y no tener más preocupación que si las plantas están muy secas, sería la persona más feliz del mundo. Pero bueno, me lo marco como objetivo…
A todo esto, me he dado cuenta del estrés generado en el ambiente de una gran urbe al visitar Madrid en un curso que he echo recientemente.
Nada más entrar en Atocha, la estación ferroviaria de Madrid, quedé impactado con el ir y venir de la gente. Quizás a la primera impresión no le presté mayor caso, pues iba con el tiempo justo y no estaba para entretenerme. Pero una vez paseando con el taxi por el centro de Madrid pude observar éste gran problema.
Dejando a un lado lo enorme e impactante que es la capital, me centro más en el tema en cuestión.
Dentro de la urbe, podías ver serpenteando a través del tráfico a 80km/h, (velocidad crucero de los 4 taxis en los que subí durante mi estancia), como todo el mundo iba como loco. Veías las aceras repletas de gente hablando por sus móviles, en bicicletas, corriendo, a paso ligero… nadie paseando, nadie charlando tranquilamente. Solo bullicio y todo a gran velocidad. Los coches eran lo peor, quitando los atascos en las horas puntas, era un circuito al mas puro estilo del videojuego «Crazy Taxi». Sin carriles marcados todos sabían perfectamente por donde tenían que tirar, aunque le barrieran el paso a los otros. Una auténtica jungla. Pobre del que no conozca Madrid y se atreva a explorarla en coche!
Por suerte o desgracia, el hotel en el que estuve se encontraba en Leganés, un barrio de la periferia de Madrid. Aquí ya me sentí mas cómodo, aunque aún así nada que ver con mi apacigüe vida.
Tan sólo volví al centro de Madrid para conocer un poco la noche.. Simplemente decir que me sentí cual Paco Martínez Soria, pues tan sólo hacía que alucinar con cualquiera de los «tan comunes» ahí, enormes carteles colgados en las enromes fachadas, donde te pedían que encendieras el bluetooth de tu móvil para descargarte gratuitamente en tu terminal el spot de ése anuncio. Pero enfin, ese ya es otro tema..
No deparé mucho más en el centro. Quizás vuelva a observar más detenidamente todo, algún día con más calma..